Me lo llevo a la tumba

Verónica Abdala

07/09/2020

Clarin.com – Cultura

 

Los “podcasts literarios”(son «pastillas sonoras», pequeñas piezas audibles) están de moda y las razones parecen ser varias: por un lado, está la calidad literaria que en buena parte de estos sitios define los textos, y es innegable en el caso de Me lo llevo a la tumba”, la serie que tiene al secreto como eje temático. Pero además, eso se combina con una edición sonora muy cuidada, que, en algunos casos, incorpora la música y hace que la experiencia resulte muy distinta a la que supone la lectura tradicional.

En este caso, además, la lectura corre por cuenta de los propios autores de los relatos, lo que añade otro elemento atractivo a la propuesta y la diferencia de esos audiolibros –otro de los formatos audibles muy buscados en el marco de la cuarentena que suelen hacer foco en el contenido y, en general, le dan menos importancia a la voz narradora (muchas veces maquinal e incluso robótica).

En Secreto de familia, un relato inédito de Mariana Enríquez que la propia autora –ganadora del premio Herralde de Novela 2019 por Nuestra parte de noche y principal referente del género de terror en el país– lee con voz cavernosa, una narradora revela el tremendo peso que carga por guardar desde la infancia el secreto de un abuelo muerto. ¿Confesiones íntimas? Imposible saberlo, aunque casi todas las referencias reconocibles se corresponden con su biografía, lo que también termina siendo parte de la intriga que propone la autora. El efecto de la escucha: intriga, inquietud; susto.

La historia –como otros que empiezan a engrosar esta flamante serie de audiocuentoses parte de un proyecto de investigación, experimentación y exploración cultural del grupo CON, que impulsan Liliana Viola, Franco Torchia y Tomás Balmaceda y que se propone como una usina de producción alrededor de la cuestión de los secretos y otras temáticas poco frecuentadas desde formatos innovadores.

El año pasado ganaron el apoyo de Mecenazgo cultural –un sistema de financiación que premia proyectos que gracias a esa ayuda pueden concretarse– y esta semana están presentando las tres primeras piezas audibles.

Además de la de Enriquez, ya están disponibles la Autobiografía anal, del propio Torchia y Esther Díaz y El asesino precoz y su irresistible recuerdo, de Camila Sosa Villada.

En los próximos meses, irán sumando nuevos relatos de escritores y artistas argentinos: entre los que se incluyen los de la cantante y compositora Juana Molina, que rescatará a uno de sus célebres personajes televisivos para hacerle confesar algunos viejos secretos; el periodista Pablo Schanton, que se enfocará en el tema de los olores y perfumes y lo que esconden; la dramaturga y poeta Maruja Bustamente, que se mete también con un secreto familiar. También la periodista y escritora Liliana Viola aportará una teoría sobre el tema. Y uno de los platos fuertes será un cuento descatalogado de la narradora Aurora Venturini interpretado por la actriz Sofía Gala Castiglione, que podrá oírse muy pronto.

Nuevas formas de disfrutar de la literatura

¿Por qué atraen tanto estas breves pastillas literarias en formato audible? Franco Torchia opina que «el auge de los audios, que se disparó en cuarentena, y también incluye el fenómeno del auge de los audiolibros, tiene que ver con que está cambiando el concepto de lectura: se expande, no deja a un lado al libro tradicional, pero hay nuevos formatos que los lectores y oyentes disfrutan y que rescatan la oralidad, en la antigüedad tan asociada al relato de ficciones. Según Spotify y otras plataformas, la demanda de estos formatos, como el podcast, se potenció mucho en la cuarentena, en la que no casualmente hay una mayor introspección, por el aislamiento.»

¿La menor capacidad de concentración en este contexto puede haber potenciado, también, la preferencia por los audios que exigen menos esfuerzo en este sentido? Torchia supone que sí: «El audio propone otro tipo de intimidad con el texto, y que en este caso se completa con la voz del autor y con un trabajo de edición muy cuidado, a cargo de Andrea Cukier. El otro día, a raíz de los 100 años de la radio, Carlos Ulanovsky decía que ese es un medio que ha demostrado que una imagen no vale más que mil palabras, y creo que en este caso esa idea también se aplica: lo audible sigue resultando muy atractivo, la del podcast es en sí misma una experiencia estética; tiene otra materialidad, que en este momento se busca y se valora, porque puede combinarse con otras actividades, porque implica un menor tiempo de atención y porque, fundamentalmente, termina derivado en una experiencia muy interesante.»

Los podcasts de Me lo llevo a la tumba están disponibles desde el mes de septiembre en todas las plataformas de podcasts, algunas pagas y otras gratuitas. Estas son Spotify, Apple Podcasts y Google Podcasts, entre otras, y proponen otro modo de disfrutar de la literatura, tanto para aquellos que quieran iniciarse en el universo de estos autores como quienes ya los hayan leído. Y que valoran especialmente las personas no videntes, los adultos muy mayores o quienes tienen dificultades para leer.

La «literatura para escuchar», recupera aquel primer canal transmisor de relatos de la historia, la oralidad, y se multiplica en otros sitios aparecidos en el último tiempo. Entre otros al alcance del oyente, está el de la Audioteca de Buenos Aires, que se grabó en 2015 y está ahora, gratis, en Spotify y en el sitio del CCK en cuarentena. Esta serie reúne relatos de alrededor de 30 autores argentinos, entre los que se cuentan Julio Cortázar, Hebe Uhart, Ricardo Piglia y otros grandes, en deliciosas narraciones que coordinó la salteña Lucrecia Martel. O Epistolar, Antología de lo íntimo, que recupera los escritos de personalidades, a quienes los artistas prestan su voz y ya suma 77 lecturas.

Translate »