Las redes sociales son un fenómeno que llegó para quedarse. Sin embargo, existe gran cantidad de aspectos negativos contra los que todo usuario debe luchar.
Entre los que más se suelen mencionar figuran el hostigamiento verbal a otros miembros, la proliferación de noticias falsas, el acoso pederasta, el peligro de la adicción, la viralización de contenidos perjudiciales o el acceso indiscriminado a contenidos sensibles.
Pocos mencionan el factor tiempo.
¿Cuántas horas diarias le dedicamos a nuestras cuentas en las redes sociales? ¿Qué hacíamos antes con ese tiempo? ¿De qué nos estamos privando en la actualidad por estar varias horas frente al teléfono o la computadora? ¿Son realmente provechosas las redes sociales? ¿Hasta dónde las usamos, y hasta dónde ellas nos usan?
El asunto del tiempo siempre nos ha intrigado. Aristóteles dijo alguna vez que el tiempo era lo más desconocido de todo lo desconocido. Y hoy, más de dos mil años después, debemos darle la razón.
Referido al tiempo hay un cuento de las Mil y una Noches que, a pesar de haberlo leído de niño, siempre recuerdo, porque jamás he podido olvidar su frase final, en donde el protagonista, llorando, le dice a un hombre que pasaba por ahí: “He perdido un día de mi vida, y nunca voy a poder recuperarlo”.