Diez negritos y algunos enanos

El intento por llevar al extremo lo políticamente correcto es un lamentable signo de nuestro tiempo.

¿Acaso puede ser racista el título de un libro? ¿Acaso se puede ofender a alguien empleando palabras sin connotaciones injuriantes? ¿Hasta dónde personas tan llenas de defectos como cualquiera de nosotros pueden arrogarse el derecho de decidir sobre la voluntad de una persona fallecida, que escribió varias generaciones atrás, con otras costumbres y otros valores?

Se me ocurrieron estas preguntas al leer un artículo que daba cuenta de que se iba a modificar el título de una de las obras míticas de Agatha Christie, “Diez negritos”.

Su nuevo título, “Eran diez”, no me parece que tampoco escape a las críticas. ¿Eran diez qué? ¿Plagas, libros, bananas?

Los que conocemos el argumento de la novela sabemos que se trata de un grupo de diez personas que llegan a una isla, invitadas por un desconocido, y que más pronto que tarde las muertes comienzan a ocurrir.

Pero además de lo desafortunado de la elección del nuevo título, el impulsor de la revisión, James Prichard, bisnieto de la autora, no contento con ello, también ha decidido reemplazar ciertas expresiones que, a su juicio, son inaceptables para el siglo 21.

Tal vez habría que recordarle que el título original, “Ten little niggers” (“Diez negritos”, dicho despectivamente), está basado en una canción popular infantil que la autora eligió por tratarse de un elemento fundamental de la trama, sin intenciones de ofender ni denigrar a persona alguna.

Otro suceso similar está ocurriendo acerca de la saga de “El Señor de los Anillos”, de J. R. R. Tolkien, cuya novela se está revisando para eliminar la palabra “enano” por “gente no muy alta”. Un despropósito.

Sería deseable que la iniciativa no siente precedentes, por mejores intenciones que tengan sus promotores. De lo contrario, comenzaría a resultar común encontrarnos, por ejemplo, con que Otelo o Shylock han dejado de ser moro y judío, respectivamente, para no estigmatizar a dichos grupos étnicos.

O que “Matar a un ruiseñor” ha dejado de llamarse así para evitar que a todo el mundo se le ocurra empezar a cazar pájaros impunemente.

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