Hace algunos años viví en un departamento cercano a una estación de tren. Ocasionalmente se daba la situación de que alguna persona se arrojara a las vías para suicidarse. Cada vez que eso ocurría, a los pocos días se suicidaba alguien más, o intentaba hacerlo. Y así, dos o tres veces por evento.
Muchos años más tarde me enteré de que aquella conducta de imitación recibía en psicología el nombre de “efecto Werther”.
Recibe ese nombre aquel fenómeno mediante el cual la observación o notificación del suicidio de una persona conduce a otra a intentar imitar dicha muerte. También conocido como “efecto copycat”, se trata de un problema que ha llegado a convertirse en epidémico en algunos casos, conduciendo a suicidios masivos.
El “efecto Werther” recibe su nombre de la novela La penas del joven Werther de Goethe, en la cual el protagonista (Werther) acaba con su propia vida tras estar muchos años enamorado de Lotte, una mujer casada que no puede corresponderle. La publicación de esta novela en 1774 fue un gran éxito a nivel comercial, siendo el equivalente a un bestseller actual, pero las autoridades observaron que, poco tiempo después, muchos jóvenes se suicidaron de forma parecida al protagonista.
En 1974 el sociólogo David Phillips realizaría un estudio en el que observó que el número de suicidios aumentaba ante la publicación de noticias relacionadas con esta temática, pasando a bautizar este efecto como “efecto Werther”.